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desde nuestro refugio encantado en San Juan de los Morros, Venezuela.., notas, artículos, curiosidades, visitantes ilustres, opiniones, comentarios etc, todo aquello que nos motive publicar...

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Binvenidos amigos todos.., es nuestra intención hacer de la palabra un arte y por medio de ella comunicarmos y establecer los vínculos de amistad...

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GALICIA INMIGRANTE



                            Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros Venezuela, el 19 de octubre de 2008

Columna de Papel      Juan Yáñez         

                        A la memoria de mis padres.

                               Airiños, airiños  aires, / airiños  d’a miña terra; / airiños, airiños aires, / airiños, leváime á ela.
                                                               Comenzamos estas líneas transcribiendo la primera estrofa de una de las más bellas poesías de la escritora gallega, Rosalía de Castro. En la misma, su autora nos muestra la nostalgia por la tierra que la vio nacer y criar. Ese sentimiento se inspira en el amor al terruño, tan exteriorizado por los inmigrantes en general y en particular por los gallegos.

 Galicia ha sido a partir del descubrimiento de América uno de los gentilicios que más ha aportado en presencia humana a los países latinoamericanos.

 El primer inmigrante gallego que llega a tierras americanas, viene con Colon y es nada menos que su nave capitana, la Santa María, apodada “La Gallega”, por ser construida en astilleros de la provincia de Pontevedra.

 La nao no regresó a España, quedó en tierras latinoamericanas al encallar en Haití y ser usado su casco en la construcción de un fuerte.

 Los gallegos y otros pueblos de Europa  llegaron a América Latina en oleadas sucesivas, principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX y se mantuvo esta inmigración hasta un poco más allá de la primera mitad del siglo veinte. Este fenómeno poblacional consiste en abandonar el país de origen, en el cual han vivido por generaciones, para dirigirse a otro con la intención de residir en él de  forma temporaria o definitiva. Las razones de estas migraciones parten de las condiciones de vida,  menguadas y difíciles que muchos pueblos del mundo han soportado y por ello la necesidad de emigrar en busca de mejores escenarios de existencia.

 Galicia está situada en el noroeste de España. Se la conoce con el apodo  de tierra de castros y lobos; en que  se encuentran iglesias por doquier y unos extensos valles húmedos y verdes
. Los castros son fortificaciones detrás de las cuales se refugiaban las tribus o los clanes de origen céltico. La llegada de los romanos forzó a estos a abandonar a aquellos bien defendidos muros y establecerse en las tierras bajas para colonizarlos e integrarlos culturalmente. El idioma gallego, deriva del latín y el nombre de la región fue dado por lo romanos, quien la  llamaron Gallaecia.

 Asimismo construyeron un excelente sistema vial. Aún hoy se conservan largos tramos de caminos empedrados, en los que todavía es posible circular y vadear ríos por resistentes puentes.

 Hasta la Torre de Hércules, en A Coruña, se conserva como el único faro romano en pié en el mundo. Luego durante la edad media el infortunio llegó a estas tierras cuando comenzaron a establecerse los yugos feudales, ávidos de apropiarse de lo poco que el campesino producía. Estas ruines instituciones eran  amparadas y apoyadas por la monarquía castellana y otros poderes de naturaleza eclesiástica, los que  llevaron al pueblo gallego a la miseria, a la injusticia y al atraso más absoluto.

 Hubo revueltas en las que participaron al igual todas las clases sociales, integradas por hidalgos, burgueses, campesinos y marineros.
 Las rebeliones organizadas fueron derrotadas y sus valientes hombres aniquilados salvajemente.

 Asimismo fueron derrocadas  las monarquías locales. A partir de allí se consolidó el estado monárquico absoluto español,  afianzado durante  la regencia de los Reyes Católicos y que se extendió por los siglos con la más descarada autocracia, la que posteriormente continuaron otros gobernantes.

 El país fue incapaz de establecer un desarrollo económico propio  y soportó los abusos y la opresión que lo llevaron a un atraso definitorio.

 Estas circunstancias provocaron  el éxodo masivo, que sus autores dieron desfachatadamente en llamar: hábito migratorio del pueblo gallego".
.”.
En América los gallegos, acostumbrados por su procedencia rural a los más duros trabajos, fueron eficientes hasta en las labores más agotadoras.

 Muchos eran iletrados por la sencilla razón de que en Galicia no había suficientes escuelas ni oportunidades para culturizarse.
 Conocidos son los “chistes de gallegos”, que de esas circunstancias se derivan.

 Estos hombres y mujeres establecidos en América, lucharon y a fuerza de trabajo y sacrificio alcanzaron a vivir dignamente.
.
Pocos de ellos  consolidaron una alta  posición, los más se convirtieron en comerciantes, industriales,  artesanos o se emplearon en empresas. Formaron una familia, nacieron los hijos, a  quienes América les dio la oportunidad de educarse y convertirse en muchos casos en eficientes y valiosos profesionales, empresarios y hasta políticos prominentes.

 Buenos Aires fue la ciudad latinoamericana preferida por los gallegos. Allí se estableció el primer “Centro Gallego” de América en 1870.
 Allí también se fundó el primer “Banco de Galicia” del mundo, propiedad de gallegos inmigrantes, que llegaron al país solo con esperanzas y entusiasmo. Lo que no dio España, América lo vertió con creces.…
 Hoy día la mayoría de los gallegos inmigrantes se han ido de este mundo, quedamos hijos, nietos y biznietos, que no nos olvidamos de nuestro origen y de las amargas circunstancias que soportaron nuestros mayores. Va a ellos nuestro recuerdo y  reconocimiento... Por nuestra parte, nos queda el  compromiso de luchar por estas tierras americanas que ante todo y a Dios gracias,  constituyen la verdadera  y querida patria nuestra…


REVERÓN Y SU CASTILLETE



COLUMNA  DE  PAPEL                                                               Juan Yáñez


                                                              La luz que entraba a raudales en el Castillete de Macuto, -morada del máximo artista plástico que dio Venezuela-  nunca imaginó que sería imposible sin su deslumbradora presencia la realización de la obra reveroniana. La luz hoy es la misma,  solo que lleva ya  tiempo sin iluminar aquel espacio que compartiera con Juanita, su amiga, compañera y modelo;  sus animales, sus objetos y sus tan queridas  muñecas, pobladores todos de su universo mágico.
    Hasta el presente aún no nos hemos recuperado -en nuestro ánimo y  espíritu- de aquel doloroso suceso que se dio en llamar: la “Tragedia de Vargas” y tristemente tampoco sabemos cuando se concretará la ansiada reconstrucción de  aquel distrito tan afectuosamente recordado y  que significó mucho para  su gente y para la  identidad venezolana.  Aquel Castillete que Reverón construyera paulatinamente con planes llanos,  espontáneos,  de acuerdo a sus ideas, necesidades o caprichos ya se ha ido para no volver.
     Muchos de nosotros conocimos ese entorno, ya para entonces convertido en museo y adaptado para la correcta conservación y mantenimiento de lo que allí  sobrevivía. El tiempo que todo transforma, había seguramente e inevitablemente   desvirtuado   su primigenia  originalidad. Sin embargo lo que allí se preservaba era una elocuente muestra de la cotidianidad, de la intimidad, de los rudimentos de la diaria existencia del artista. Allí estaban sobresaliendo entre rocas, mecates,  cocoteros, enramadas, cañas, palmas secas y un sin fin de artilugios, construcciones precarias, senderos y estancias, las dichosas muñecas, símbolos de virtuales presencias femeninas que el pintor dotó de  alma, corazón y vida.
    Allí se conservaba dentro del muro perimetral, el caney central, la torre campanario, la pileta. Allí también encontrábamos la estancia subterránea en la que el pintor se aislaba para abstraerse, para modular sus crisis y así templar su ánimo. Las lajas, las rocas marinas que apiladas verticalmente y fijadas con cemento constituían la entrada del castillete con apariencia de capilla. En lo alto de su dintel se hallaba la cruz cristiana como emblema de una perenne bendición. Al traspasar la puerta hecha de madera sólida en reemplazo de la que otrora construida con  troncos  y entre sus espacios dejaba ver su interior. La enramada que después volcara al lienzo estaba allí. El bar de las muñecas con su sutil iluminación penumbrosa propia de esos espacios  alcanzaba vida en  la hierática  presencia femenil con alma de trapo. Todo lo allí establecido, edificado, plantado o sencillamente asentado, mostraban por si mismos la más pura intención de un hombre preocupado  por adaptar el entorno a su temperamento. Reverón fue un anacoreta  y el Castillete  su ermita; su ascetismo está reflejado en la casi totalidad de  su obra. El Castillete fue además de un símbolo, su taller, su hogar, su espacio físico necesario para su estancia transitoria en la vida. Allí lo subjetivo se encontraba con lo real, la simplicidad, la humildad de los materiales que empleaba cónsonos al medio, a la pródiga  naturaleza y a su ilimitado espíritu poético. Ya con posterioridad a la desaparición  del maestro fue construido anexo al Castillete, un museo que en su estructura y  concepción  era ciertamente opuesto a la personalidad de Reverón. A pesar de todo intentaba cumplir las necesarias funciones propias del resguardo, conservación, exhibición e investigación de la obra reveroniana. Ya nada de eso existe, se lo llevaron las aguas del deslave. La presente generación y las futuras tendrán el compromiso de rescatar ese solar de Macuto y disponer su reconstrucción lo más fidedignamente posible. Afortunadamente se conservan elementos y documentación suficiente para aproximar su legitimidad.
     A pesar de la  indiferencia de los que se debieran ocupar de rescate de todo aquel patrimonio, el   maestro sigue por allí todavía. Lo encontramos en el paisaje, en el color, en el mar, en la brisa y por sobre todo en la luz desbordada del Caribe…

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 14.02.10

LA INEPTITUD, LA SOBERBIA Y LA MALA EDUCACIÓN



COLUMNA  DE  PAPEL                            Juan Yáñez

                                                                                Estos tres elementos indeseables de la conducta humana  ocurren frecuentemente y  en el orden preciso y sucesivo  en que los hemos mostrado.
 El primero de ellos es fácilmente superable; basta dejar el espacio y las atribuciones de un cargo para lo que no somos capaces o idóneos,  para que lo ocupen aquellos que sean competentes y hábiles en sus funciones. 
 Aquí solo es necesaria la franqueza y la buena voluntad, que superan  holgadamente con nobleza y cordura a la ineptitud. Esta última palabra,  por otra parte, puede no tener nada de censurable. La aptitud o el correcto manejo para ejercer un compromiso vienen dados por nuestra capacitación y habilidades adquiridas o naturales.
 Difícilmente un calvo sea apto para promocionar un peine, como tampoco un semáforo descontrolado sea capaz de ordenar el transito. Todos tenemos limitaciones y no existe ningún mortal que sea capaz de ejercer con eficacia una función que le sea ajena a sus posibilidades, conocimiento y disposición. 
Pero la cosa cambia y se complica cuando por nuestra soberbia no toleramos la crítica, que puede ser bien intencionada  o no. Eso poco importa cuando nos sentimos capaces y seguros y en el caso que el reproche  sea oportuno y atinado nos puede ser sumamente útil. De esta manera podremos enmendar o corregir lo que hemos  errado y aprender de nuestros desaciertos. 
Y si la crítica llegare a ser  injusta sabremos superarla, tolerarla, responderla adecuadamente o ignorarla.
 Últimamente y de manera generalizada  muchos personajes que ejercen representatividad pública, en diferentes  actividades se han vuelto demasiados susceptibles a las opiniones que de ellos se hacen cuando no les  favorecen.
 Tampoco a ellos les sobra el buen tino para soportar la crítica. Algunos arremeten con incontrolada ira a quienes les cuestionan, opinan o le descubren sus supuestas inconfesables argucias. Y es a partir de aquí que el tratamiento que da a sus críticos el cuestionado personaje, depende de su educación.  Es entonces amigos y queridos lectores, que las palabras que salen de su boca están en relación directamente proporcional  a su mala o buena crianza. Existe una conocida frase coloquial que los pinta de cuerpo entero con absoluta precisión, que dice:  ¡Le salió la clase…! Lo que  evidentemente es cierto.
Ya finalizando lo escrito a manera de prólogo o introito, nos vamos al tema que en realidad queremos abordar. Comenzamos trascribiendo una reciente noticia periodística de la Agencia Efe, fechada en Buenos Aires, el 14 de octubre del presente año. Dice así:   
la Selección Argentina de Fútbol), Diego Maradona (su entrenador) ha ofrecido una rueda de prensa en Montevideo, que los medios de comunicación de Buenos Aires han calificado de vergonzosa y plagada de groserías. El seleccionador argentino ha arremetido contra los periodistas que han criticado la pobre actuación del equipo en las eliminatorias y su tarea como entrenador. “Tengo memoria. Al que no creía, a los que no creyeron, con perdón de las damas, que la chu… y que las sigan chup…. Yo soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida.  Ustedes me trataron como me trataron. Sigan maman..” declaró el técnico argentino.>
Posteriormente, al siguiente día, Maradona en una entrevista mostró intención de disculparse, sin embargo redobló su apuesta: “No tengo porque disculparme”
 Opinamos que sería conveniente para la salud del deporte en general, del fútbol argentino en particular y todavía más aún para el protagonista, -el otrora inigualable Pelusa-  que se excusara adecuadamente. Esperamos sinceramente en la semana que media que desde que la presente nota escribiéramos y hasta su posterior publicación, lo hiciere y si no él mismo será su principal afectado.  De todos modos lo dicho, dicho está y no hay excusa posible para remediar un  exabrupto de ese tamaño y necedad.  Como corolario agregamos una acertada opinión del matutino Clarín:
“Maradona sigue sin entender que no importa hacia a donde se va sino cómo se va. Muchos como Maradona, no entienden que lo que no saben lograr con dignidad no es culpa de quienes opinan o los critican (periodistas, hinchas cuestionadores, quien sea)”


Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 25.10.09

EL PAGANINI NEGRO


COLUMNA  DE  PAPEL                                       Juan Yáñez



                                                                    A modo de introducción extraemos una anécdota, escrita por Ciro Bianchi Ross,   que ilustra sobre la personalidad de este extraordinario genio del violín…, del que hoy nos ocupamos.    Dice así:

                                                                       “Es de noche en La Habana colonial  cuando cuatro amigos, -negro uno de ellos- entran, después de un concierto, a refrescar a un café. El dependiente, solícito, toma el pedido de los blancos y cuando el otro se dispone a ordenar, le da esta respuesta insolente:  -Yo no sirvo a negros, sino a caballeros.  El aludido apenas puede reprimir la ira. Se incorpora de golpe, señala, altanero,  la condecoración que luce en la solapa izquierda del frac y dice:  -Pues yo soy Caballero de la Legión de Honor Francesa y no hay en este salón quien pueda decir lo mismo”.
               Y no mentía.  Es Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido,  uno de los mejores violinistas cubanos de todos los tiempos. Reconocido y condecorado en Europa y Latinoamérica como un genio del violín; además de  ovacionado y aplaudido en las principales salas de conciertos. Fue un violinista excepcional, que  se le conoció como “El Paganini negro” o “El Rey de las Octavas”. Ganador del Primer Premio en el Conservatorio de París. El Emperador de Alemania le concede los títulos de Caballero de Brindis y Barón de Salas. Ejecuta sus conciertos con un  Stradivarius auténtico. Su presencia en los escenarios, -a pesar de los prejuicios debidos a su color- despertaba admiración. Poseía un aire distinguido, una elegancia natural y al apoyar el instrumento en su mentón y deslizar el arco sobre las cuerdas, llenaba el recinto de sublimes  notas que emocionaban hasta el menos sensible de sus oyentes. Derrochaba técnica y expresividad y se transportaba durante las ejecuciones hacia otros mundos ante un auditorio que lo oía absorto. Se codeaba con los más importantes colegas de su tiempo y lograba imponer su arte, paralelamente al de aquellos prestigiosos  músicos. Había  Brindis de Salas nacido en La Habana el 4 de agosto de 1852. Su padre, un prestigioso director de orquesta, lo inició en la música y  continuará después con el belga Van der Gucht. A los ocho años realiza su primera composición  y a los once da su primer concierto  En 1869 ingresa en el Conservatorio de París y permanece durante cinco años y se le  otorgó durante la totalidad de los cursos el Premio de Honor. Egresado de esa casa de estudios inicia su vida profesional. En toda Europa se da a conocer, las principales salas se disputan sus presentaciones. Se hace aplaudir en ciudades de conocedor y  exigente público y a nadie decepciona, cautivados  por su arte inimitable. La crítica lo halaga y su público deslumbrado por su técnica que no conoce escollos ni limitación alguna lo colma de ovaciones que él aprueba y disfruta. Hace presentaciones en toda América;  y aquí en  Venezuela  se lució en el Teatro Municipal de Caracas y se alojó en el prestigios Hotel León de Oro, de la época.  Luego viaja a  La Habana  y de allí  a México y otra vez a Europa. En España es invitado a Buenos Aires, allí al principio es tratado con frialdad, pero muy pronto los porteños reconocerán su virtuosismo y es valorado y apreciado. Allí tiene amores con una dama argentina, luego viaja a  Berlín y se convierte en Músico de Cámara del Emperador Guillermo II. Se vuelve un hombre de fortuna que vive en una lujosa mansión y hasta se hizo  copropietario de una fábrica de pianos. Contrae matrimonio con una aristócrata alemana con la que tuvo tres hijos. La relación fracasará, la vida familiar, no estaba hecha para él, que siempre fue un bohemio, poco afecto a las formalidades y a la vida ordenada.  A partir de allí se torna excéntrico y cae en estados de melancolía y depresión que van minando sus facultades. Regresa a Cuba, se irá  y volverá en  dos oportunidades más, inconforme y taciturno, su genio declina. Entre América y Europa pasó diez años de crisis, olvidado y apartado, hasta que retornó a la Argentina enfermo y pobre; a aquella Buenos Aires de sus grandes éxitos. Sus amigos de antaño están ausentes o muertos y nadie lo acoge. Vaga por sus calles  enfermo y soportando el gélido invierno austral. Socorrido es internado en un hospital donde se niega a identificarse. Cuando se le encuentra el pasaporte se le reconoce. Los diarios publican la noticia: “El Paganini Negro se está muriendo”. Los médicos lo atendieron con dedicación, pero en la madrugada del 2 de junio de 1911, entregaba su alma a Dios. La  funeraria en reconocimiento a su figura,  se negó a cobrar el servicio de primera clase que ofreció a su despojos, que colocados en una urna, se cubrió con la bandera de Cuba. Su carruaje es acompañado al Cementerio del Oeste, donde se le dio sepultura,  por el público de sus mejores años,  que aún lo recordaba y apreciaba.  La historia no termina aún, pues en 1930, las cenizas del más grande violinista cubano fueron repatriadas  a La Habana, con todos los honores  y el justo homenaje que merecía. Es esta, amables lectores la historia de un músico de primera magnitud, aún recordado en su Cuba natal y tal vez injustamente olvidado por las nuevas generaciones  que componen el universo musical de nuestros días.


Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, el 24 de mayo de 2009

ALGO SE MUEVE



COLUMNA  DE  PAPEL                                  Juan Yáñez

                                              
                                      Con estas tres sencillas  palabras, -según creo recordar haber leído alguna vez- Einstein dio respuesta a un obstinado  periodista que le había solicitado una explicación clara y breve sobre su célebre teoría de la relatividad, que fuera entendible fácilmente  por todas las personas. La contestación, probablemente dicha de sopetón y hasta  molesto por el acoso de la prensa, tiene una buena dosis de  ironía y  picardía, la que  no deja de ser estimable tomando en cuenta de quien viene.  

 En su brevedad se guardan años de esfuerzo e investigación sobre la naturaleza de la materia y la radiación. Estos dos elementos fueron desde que se establecieron las leyes de la mecánica y la electricidad,  motivos de vacilaciones e imprecisiones por parte de los físicos y matemáticos, que en aquellos tiempos eran llamados con el altisonante nombre de: filósofos de las leyes naturales.

 Era claro que los científicos se habían quedado en la ingenuidad de aplicar las leyes mecánicas y también  las eléctricas, para entender a la energía y la materia. Las primeras, eran y todavía  son  buenas para las máquinas y para todo aquello que las complemente, pero definitivamente inútiles para comprender el comportamiento de las radiaciones, (por ejemplo: la luz)  y la materia.

. El descubrimiento de Einstein descarta la teoría de la materia, para establecer la teoría de las medidas. Dicho en otras palabras, había llegado a la conclusión que toda medición del espacio y del tiempo es subjetiva.

 En su teoría instituye el principio de la relatividad, según el cual las leyes físicas son las mismas en todos los sistemas de inercia de referencia (cuando algo está quieto) y el principio de la invariabilidad de la velocidad de la luz, que es una constante. De allí dedujo la famosísima fórmula: E = m.c2 , que relaciona la energía (E), con la masa (m) y la velocidad de la luz (c).

 Ahora, alejándonos de lo científico y acercándonos al entender cotidiano y diciendo algo más que “algo se mueve”, se podría dar una idea general sobre la relatividad, de manera causísta y elemental,  para cualquier amplitud de entendimiento. Para  ello y a modo de ejemplo diremos…: Que no es lo mismo pasar una hora en un potro de tortura; que en compañía de una agraciada damisela, -para los caballeros- o por un encantador príncipe azul, -para las damas-.   En el primer caso una hora  sería interminable y en el segundo, un brevísimo instante. Eso es la relatividad del tiempo…, a la criolla,  por supuesto…,  aunque perfectamente válida y sabia.

 Lo cierto, fue que la Providencia puso en la mente de Einstein la solución  -sólo en el cálculo- de todo aquello que la ciencia necesitaría en su correcta  evolución. La tesis de Einstein,  rompía todos los esquemas de su época y era difícilmente demostrable. Apenas fue aceptada por los especialistas, quienes sostenían que la única fuente del conocimiento era la experiencia y no el fruto de una profunda intuición y análisis abstractos. A pesar de todo conmovió al mundo científico y paulatinamente fue ganando adeptos. Algunos de ellos confirmaron experimentalmente su tesis.

 El hecho de que la luz de las estrellas, al aproximarse a cuerpos como el Sol, se desvía, -y que contempla su teoría-  pudo confirmarse durante una eclipse de Sol en 1919. Ello fue una noticia a grandes titulares en el mundo y su fama se extendió. Se hizo  ciudadano del mundo, recibió premios y reconocimientos de distintas sociedades científicas y hasta se le adjudicó el Nóbel de Física en 1921, aunque por otra investigación ajena a la relatividad.

… Alberto Einstein, 1879-1955, había nacido en Alemania en el seno de una familia judía. A sus  quince años viajó a Milán con sus padres y luego a Zurich donde finalizó el liceo e ingresó al Instituto Politécnico y allí se doctoró. Buen estudiante y acucioso investigador, cualidad que desarrolló desde muy joven, lo llevaron a desarrollar importantes trabajos científicos.

 En 1902 consiguió un trabajo estable en la Oficina de Patentes de Berna, donde se desempeñó como examinador. Era una pequeña oficina con muy poca actividad y al disponer de tiempo, -que incluso le era remunerado- Einstein fue gestando su transcendental teoría.

. Poco dado a vanagloriarse con sus descubrimientos, confesó que la celebérrima fórmula la intuyó en un estado de vigilia y a partir de ella comenzó sus deducciones.

. Temeroso por la eventual  expansión del nazismo, en 1939 propició, -aunque no intervino- la fabricación de la bomba atómica por parte de los aliados. Luego en 1945, cuando la bomba ya existía, se retractó y reconoció públicamente su error por haberla respaldado e intentó sin éxito disuadir a los norteamericanos de utilizar el arma nuclear.

. Existe  un interesante enunciado atribuido al sabio, en el cual se denota una profunda aflicción y que dice así:  “Si mi teoría llega a ser  confirmada, Alemania dirá que soy alemán y Francia que soy ciudadano del mundo…; pero si fracasa, Francia dirá que soy alemán y Alemania que soy judío”…


 Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, el 04. 01. 09

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO


COLUMNA  DE  PAPEL                    Juan Yáñez

                                            Parafraseando el título homónimo  de la extensa y principal obra de Marcel Proust, (son nada menos que catorce volúmenes) se nos ocurre que no sería perder tiempo, reflexionar sobre esa premisa.
  Comenzaremos reconociendo que algunos, hemos perdido tiempo.
                              Marcel Proust necesitó mucho papel para explicar su larga búsqueda. Es ahora que al pasar los años, algunos  nos damos cuenta de tantos desatinos e inconveniencias innecesarias que se nos han ocurrido en el transcurso de la vida que nos tocó vivir y ello entre otros males con seguridad mas trascendentes  constituyeron indudablemente una perdida de tiempo.
                                     Todo ello sin contar las contrariedades que hemos ocasionado a terceros con nuestro proceder y la perdida de tiempo que ellos hubieron de soportar.
                  Si hay algo que reclamar y de ello algunos tenemos un bojote lleno, es a nosotros mismos.
                             No existe nada externo que justifique aquello que no se ha hecho bien.
         Si hemos de arrepentirnos será por mucho.

           De hecho ya lo estamos intentando. ¿Quién puede decir con propiedad?:-¡No me arrepiento de nada!    Así a secas y levantando la frente y prestos a desafiar a quien lo dude…
            Será que el orgullo y la soberbia  nos ensombrecen el alma y nos vuelven vacíos de todo sentimiento.
                             Notable es la característica de auténtica santidad, que practican  los verdaderos seres de luz, quienes preocupados  por la  extrema exigencia de pureza que les demandan a sus personas,  no escatiman esfuerzos ni sacrificios  para lograr su propósito.
                               Hay también en ellos una  capacidad de abnegación y honestidad  por lo que nunca se permiten la menor concesión ni privilegio.  Son ellos prontos a  reconocerse, (sin serlos)  tan pecadores como cualquiera, sin el menor atisbo de falsa modestia.
                                  Hay muchas cosas que el tiempo se ocupó de reparar y aquello que no se logró quedó sin remedio.  Volver atrás es imposible, el tiempo pasa inexorable y no se detiene jamás.
      ¿Entonces, cómo recuperar el tiempo perdido y reparar las acciones equivocadas?   ¿Será pidiéndoles perdón a los agraviados…? ..
                            Ello solo sería posible   en el caso que aún se encuentren presentes y si lo están,  quieran aceptar las disculpas. En todo caso podría intentarse y quizás conseguir una reconciliación.  A pesar de ello estimamos que puede no servirles a ellos de mucho y a nosotros tampoco, porque la conciencia siempre llevará la carga a cuestas.
           Las  palabras de perdón, dichas aún con emoción y franqueza, justifican en algunos casos un sincero arrepentimiento, pero  no alcanzan a remediar ni remotamente  los errores cometidos.
                   Entonces se nos ocurre que solo queda el perdón de Dios,  la reflexión  y el  reconocer nuestras culpas.
                                                También es ineludible descubrir en nosotros las cualidades que sin duda tenemos y volcarlas  hacia nuestros semejantes. Pensamos que esta última proposición nos hará recuperar el tiempo perdido.
                                         No dudamos que en la gran  mayoría de los desatinos cometidos, no existió una mala intención. Fue el ímpetu por vivir, las ambiciones y la intolerancia las que descuadraron la razón y la prudencia.
Dicho escuetamente, una sola palabra basta:  IGNORANCIA. 
 
   Hemos de descubrir en nosotros mismos aquello que escaseó en los momentos de nuestras vidas en que perdimos el tiempo. El tiempo algo sumamente valioso,  no abunda ni se detiene.
              Sería significativo que  aprovechemos el que nos queda, enalteciendo las virtudes y tratando de remediar lo que hoy está a nuestro alcance. Podríamos intentarlo..., sería una excelente decisión, un apropiado punto de partida para recuperar el tiempo perdido…



Publicado en El Diario La Antena de San Juan de los Morros,  Venezuela el  3 de mayo de 2009

ÚLCERA GÁSTRICA

COLUMNA  DE  PAPEL                  Juan Yáñez

                                      Hubo años atrás, una columna que semanalmente se publicaba en El Nacional, escrita por un médico, cuyo nombre, he olvidado. Su contenido, por demás entendible por cualquiera,  llegaba al gran público,   con un lenguaje ameno y tocaba temas de medicina que se extendían hacia todo aquello que conviene al  quehacer humano. Entre tantos artículos allí escritos apunto uno del que solo recuerdo el fondo, −que es por demás interesante− y con ello intentaré  dar  forma al relato: Trataba de una mujer  joven,  enferma de úlcera gástrica, que sometida a diversos tratamientos no lograba curarse. Había intentado una y otra vez con diferentes médicos y métodos sin poder alcanzar la menor mejoría.  Abatida y triste, soportaba el malestar y los dolores con resignación. En una oportunidad subiendo a un transporte público, la acosó el típico dolor de su enfermedad, que marcó un gesto  de sufrimiento en su rostro. En aquel momento  una pasajera  que sentada en la parte posterior del vehículo, observó su actitud y con una seña la invitó  a sentarse a su lado. La confortó tomándola afectuosamente por el hombro  y con una seguridad sorprendente la interrogó así: …−¿Tienes úlcera… no? -- ella afirmó con un gesto y la pasajera continuó diciendo: −−Yo padecí bastante con una úlcera como la tuya hasta que gracias a Dios,   me curé,……−¿Tienes con que anotar el nombre del remedio que me curó?  Y sacando papel y bolígrafo de su cartera escribió el nombre del medicamento, que compró y tomó según le indicaron.  Pasaron los días, fue  poco a poco mejorando hasta que al terminar la caja de pastillas, se sintió notablemente aliviada, renovada, alegre y no sé cuantas cosas más. A todo esto, llega la fecha de la cita que con anterioridad fijó su gastroenterólogo y a ella concurrió. El médico la examinó y comprobó su mejoría. Asombrado por la milagrosa cura, e  interrogándola  sobre el tratamiento utilizado, ella le entrega la caja vacía del medicamento en cuestión. Entonces el  asombro del galeno se agigantó  convirtiéndose   en estupor. Y no era para menos,…….al examinar las indicaciones del remedio se leía claramente: CONTRAINDICADO PARA PACIENTES CON ULCERA GASTRICA.
            De cosas así está el mundo lleno, y no es que los médicos no sepan, sino que nunca  se termina de aprender. Lo que hace falta es vivir y estar abierto a las más incomprensibles posibilidades y así nos daremos cuenta que a veces,…. dos más dos, puede que sean cinco…….  
Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, el 11.05.08       

ANTE TODO LOS BUENOS MODALES...



  • COLUMNA  DE  PAPEL                                   Juan Yáñez




  •                                       “El hombre se conoce por  sus actos  y por  sus modales…”
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  •                                                Este axioma que existe desde la antigüedad tiene una perpetua vigencia. Nuestro comportamiento, la consideración que observamos ante  nuestros semejantes, -más aún- hacia todo los que nos rodea, sean animales, vegetales y hasta la materia misma exige en primer lugar: RESPETO.
  •     Le sigue a nuestro modesto  entender, -al azar, sin un orden preciso e invitando a nuestros amigos lectores a agregar aquellas virtudes que se les ocurran-  el buen trato, la cordialidad, la benevolencia, la corrección, la buena voluntad y otras muchas cualidades que dignifican y enaltecen el alma.
  •     Hay personas cultas que se comportan como mal educadas y otras que por circunstancias  ajenas a sus voluntades  carecieron de educación, sin embargo son  dignas y meritorias, que se muestran y proceden con el mayor comedimiento y cordialidad.
  •     También están los rústicos  que proceden como les parece. Son aquellos que no guardan ningún recato, pudor ni dignidad y creyendo que su existencia se antepone a la  de los demás, muestran su mala crianza, su clase, su ignorancia y por sobre todo lo que ellos suponen que carecen: Su flaqueza.
  •     Sin llegar a tanto ni a tan poco, hay personas que en su etapa educativa no lograron   aprender lo suficiente o por su intemperancia asociada a su soberbia se  comportan  con poco  tacto y alguna pedantería con aquellos con los que discrepan o con aquellos que son más modestos  o que ellos estiman inferiores o que no están a la  altura de sus supuestos valores personales.
  •     En contraposición a lo anterior,   afortunadamente  hay  -y en  ello nos adherimos incondicionalmente- seres dotados de civilidad, respetuosos y con buenos modales, que son el arte de la simpatía y con este proceder logran  ser dignos de admiración,  agradables, solidarios y dueños de cuanta virtud exista. 
  •     De todo hay en la Viña del Señor donde todos debemos  tener por derecho natural nuestro espacio. Las sociedades humanas tienen reglas de convivencia elementales que se basan en la correcta coexistencia y tolerancia con la totalidad de los seres vivos.  Hasta las leyes nos obligan a ser solidarios con todos los seres de la Creación, a protegerlos ante una inminente agresión o abuso y a proporcionarles o facilitarles la más elemental ayuda a sus necesidades.
  •     Desafortunadamente también existen personas que dotados de autoridad por sus ocupaciones o cargos la ejercen incorrectamente sin guardar la menor mesura ni educación,  humillando  a sus subalternos, dependientes o a cualquiera que se les atraviese. En esta última apreciación los que actúan así olvidan la más elemental lógica que nos lleva a decir:  Si sembramos desprecio  no cosecharemos afecto.
  •     Muchos y en particular estos últimos no se dan cuenta que un rostro sonriente,  el buen humor y la cordura  con sus sinceros propósitos abre todas las puertas a una correcta comunicación con nuestros semejantes, sean de cualquier índole, posición o ideas.
  •     Cuanto más  humildes y respetuosos seamos con la mejor legitimidad nos serviremos a nosotros mismos y a todos aquellos con quienes compartimos el paso por la vida. No estamos solos, vivimos en sociedad, es forzoso el contacto con los demás. Tomar parte en la sociedad es la más elevada y hermosa  virtud de la condición humana. Aprendamos que todo hombre o mujer virtuosa es la más perfecta y abnegada imagen de Dios…



Imágenes  cortesía de:  neatec.com.ar  +  mdrena.blogspot.com

Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela el 14.03.10